El informe completo del Dr. Carlos Newland puede encontrarse en la red de internet:
Estas son sus Conclusiones
Ahora es momento de volver a la pregunta sobre qué es lo que estaba haciendo Eduardo Casey el lunes 23 de Julio de
Casey, como indica la tradición oral, estaba caminando con planos en las manos, indudablemente ultimando los detalles sobre el diseño del desvío de las vías desde el terraplén ferroviario principal hacia los galpones y la posterior conexión con el Mercado. La cuestión no era simple dado el entramado de vías existentes en el lugar. Existían distintas opciones de ingreso y Casey debía determinar cuál era la óptima[2].
Debe notarse que el Ferrocarril Midland se había comprometido a entregar planos detallados del nuevo tendido para su aprobación antes del inicio de su construcción, que se esperaba fuera inminente[3]. Por ello puede conjeturarse a Casey reconcentrado en los planos, sobre un terreno que era indirectamente propio, sin percibir que se estaba acercando una locomotora, y sin escucharla por las otras máquinas circulando en la vecindad al mismo tiempo. O bien Casey, con los planos en las manos, sufriendo un ataque cardíaco, cayendo sobre las vías al tiempo que se acercaba una locomotora.
Los negocios iniciados por Casey, no fueron truncados por su muerte y tendrían un resultado exitoso. La sección del terreno por la que Julián Duggan había pagado una suma proporcional de 100.000 pesos, fue vendida por 220.000 pesos[4].
Por otra parte en 1907 el Frigorífico La Blanca fue cedido a capitales norteamericanos. En su venta los primitivos inversores, que incluyeron a Julián Duggan y Guillermo Casey, ganaron 200.000 pesos sobre el capital invertido de 400.000 pesos[5].
Al tiempo de su muerte Casey estaba preparando un nuevo emprendimiento de desarrollo de viviendas obreras, seguramente también en Avellaneda[6].
La enorme cantidad de establecimientos de todo tipo instaladas en la zona, como frigoríficos, barracas, depósitos, comercios, industrias (metalúrgicas, textiles, curtiembres, de producción de fósforos, jabones, velas y bebidas) estaba generando una nueva clase media obrera que demandaba mejores viviendas propias. Posiblemente el proyecto de Casey estaba inspirado en el Barrio Reus de Montevideo, en un esquema en que buscaría no sólo financiar viviendas (como ya era común en la época), sino también construirlas.
Por otra parte en 1907 el Frigorífico La Blanca fue cedido a capitales norteamericanos. En su venta los primitivos inversores, que incluyeron a Julián Duggan y Guillermo Casey, ganaron 200.000 pesos sobre el capital invertido de 400.000 pesos[5].
Al tiempo de su muerte Casey estaba preparando un nuevo emprendimiento de desarrollo de viviendas obreras, seguramente también en Avellaneda[6].
La enorme cantidad de establecimientos de todo tipo instaladas en la zona, como frigoríficos, barracas, depósitos, comercios, industrias (metalúrgicas, textiles, curtiembres, de producción de fósforos, jabones, velas y bebidas) estaba generando una nueva clase media obrera que demandaba mejores viviendas propias. Posiblemente el proyecto de Casey estaba inspirado en el Barrio Reus de Montevideo, en un esquema en que buscaría no sólo financiar viviendas (como ya era común en la época), sino también construirlas.
La posibilidad de que la muerte de Casey no fuera un suicidio también se ve respaldada por su religiosidad. Era un católico activo, que incluso había participado como delegado por la Ciudad de Buenos Aires en la Primera Asamblea de los Católicos Argentinos en Agosto de 1884[7].
Asimismo realizó múltiples gestiones (y aportes monetarios) para asegurar el la participación de la Iglesia Católica en sus emprendimientos, como la construcción de capillas o la llegada de sacerdotes y religiosas. El suicidio para los católicos era inaceptable, y equiparable a un homicidio. La posibilidad del accidente debió ser plausible para la misma Iglesia Católica. La Misa Solemne en memoria de Casey realizada 22 de Agosto de 1906 en la Iglesia de Santa Cruz fue concelebrada por tres sacerdotes, asistiendo a la ceremonia al menos siete sacerdotes adicionales, Hermanas de la Misericordia, y varios representantes de órdenes y comunidades religiosas[8].
De haberse conjeturado seriamente que se había quitado la vida, no se hubiera organizado una celebración con tal participación eclesiástica.
Asimismo realizó múltiples gestiones (y aportes monetarios) para asegurar el la participación de la Iglesia Católica en sus emprendimientos, como la construcción de capillas o la llegada de sacerdotes y religiosas. El suicidio para los católicos era inaceptable, y equiparable a un homicidio. La posibilidad del accidente debió ser plausible para la misma Iglesia Católica. La Misa Solemne en memoria de Casey realizada 22 de Agosto de 1906 en la Iglesia de Santa Cruz fue concelebrada por tres sacerdotes, asistiendo a la ceremonia al menos siete sacerdotes adicionales, Hermanas de la Misericordia, y varios representantes de órdenes y comunidades religiosas[8].
De haberse conjeturado seriamente que se había quitado la vida, no se hubiera organizado una celebración con tal participación eclesiástica.
Toda la evidencia presentada posibilita tanto que la muerte de Eduardo Casey fuera un suicidio, como un accidente. Su estado de salud no era bueno, la pérdida de su esposa lo debe haber afectado, como también la muy reciente renovación de la inhabilitación general de bienes. Pero, por otra parte, su ánimo emprendedor seguía vivo en realizaciones y proyectos; un espíritu y vitalidad que lo había acompañado durante toda su vida y que no se había detenido luego de su quiebra en 1890. Como diría The Standard, en su peor momento de caída había perdido todo, menos la esperanza, y su grave situación no le impidió iniciar nuevos caminos[9].
Con la crisis indudablemente se había deteriorado su posición y reconocimiento social, pero aún seguía rodeado de innumerables amigos y familiares que lo acompañaron en sus últimos negocios. Lo que es seguro, como lo remarcó la nota necrológica de La Prensa, es que su vida “larga y prolífica” lo había situado “a la cabeza de una falange de hombres de iniciativa y de trabajo”, que transformaron la economía argentina[10].
Con la crisis indudablemente se había deteriorado su posición y reconocimiento social, pero aún seguía rodeado de innumerables amigos y familiares que lo acompañaron en sus últimos negocios. Lo que es seguro, como lo remarcó la nota necrológica de La Prensa, es que su vida “larga y prolífica” lo había situado “a la cabeza de una falange de hombres de iniciativa y de trabajo”, que transformaron la economía argentina[10].